domingo, 23 de enero de 2011

Casi que dejamos el mundo como está.

Es como si... bueno, es algo así como... sí, como... como una pelota anti-estrés.
No pongas esa cara, ¿por qué no puedo compararlo con una pelota? Ah claro, sería mas bonito si lo comparara con un paisaje. Pues no, quiero compararlo con la pelota, con mi pelota.

Es blandita, me hace sentir bien y me ayuda cuando lo necesito. Y me ayuda de verdad, y no habla. Creo que eso es una señal. Creo que quiere decir que no hacen falta palabras para cambiar las cosas. Es como mi perro, que tampoco habla, y adoro cuando está y cuando no, lo echo de menos.
Pero bueno, este no es el tema.

Como iba diciendo... ah sí. Que ojalá todo fuera como una pelota, aunque, pensándolo bien sería demasiado sencillo. Creo que no sería feliz aunque fuera una situación de felicidad. Qué fácil sería alcanzarlo todo, es mejor luchar por lo que quieres. Así que mejor... que todo fuera como una piedra. Sí. ¿Por qué? Pues fácil, porque una piedra es dura, y a veces afilada, pero a la vez sigue siendo tan simple como una pelota.

Y es que, aunque con piedras en los zapatos no puedes caminar, a veces está bien que te duelan un poco los pies.

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