martes, 30 de noviembre de 2010

Ni debajo de las piedras te encuentro.

Y es que, hay que ver. ¡Eres más difícil de encontrar que una aguja en un pajar! Y mira que por más que rasco, siempre me sale eso de “vuelva a intentarlo”. Con tantos intentos, me van a salir canas.

Yo también quiero a un príncipe, pero todos los sapos que beso, me salen ranas. Culpemos a Disney de nuestras altas expectativas en cuanto a hombres. ¿Dónde está Aladdin? Quiero un paseo en alfombra, o en su defecto en coche. ¿Y el príncipe de la Bella Durmiente o de Blancanieves? ¿Dónde se han metido? A mí no me despiertan con un beso. Que la belleza está en el interior, como nos decían en la Bella y la Bestia. Pero eh, que Bestia era un príncipe forrado. Como sabía a lo qué iba Bella.

Mensajes subliminales ocultos tras la cara del amor eterno. Y los malos, pobrecitos que siempre están solos. Nos inculcan desde pequeños que tenemos que ser buenos y guapos para poder encontrar alguien, porque si somos malos y feos nos vamos a quedar “forever alone” . ¡Más estereotipos ocultos! Nos invaden.

Primero, imágenes de Coca-Cola entre las escenas de las películas de los cines y cuando menos te lo esperabas, tenías “sed de Coca-Cola”. Y luego esto. Disney, Disney… Mucho amor para los niños, pero nos la da como quiere desde tiempos inmemorables.
Pero hasta los más malos y feos tienen alguien con quien compartir su vida. (Si no te lo crees, sal a la calle). Y yo creo que no me salgo de esos límites.

¡¿Dónde estáis chicos normales?! No quiero príncipes, ni guaperas, tampoco quiero mendigos o sapos. Sólo espero que con mi media naranja, las brujas no se hayan hecho un zumo.

Uno.

Ese número al que tan poca importancia damos.

Una ficha en el tablero, un pez en el mar, una hoja en un árbol, una persona en el mundo. Insignificantes en la globalidad, pero esenciales individualmente.

Una ficha es capaz de cambiar el curso de la partida, un pez puede alterar el ciclo de la vida, una hoja puede caer en el momento exacto para ser vista por alguien y que quede en su memoria, y una sola persona puede cambiar la vida de otra.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Genio en botella

Hay dos tipos de personas, las que se complementan, y las que no. Dos personas no se complementan hasta que se juntan, y cuando lo hacen, la forma de sus manos se transforma hasta crear un enlace fuerte y duradero.
No busques una mano con forma igual a la tuya, sino a la que crees que puede encajar.
Porque esto no es cosa de ciencia, es cosa de creencia.

Y es que a veces, no hace falta saberlo todo para ser feliz, sino creer que lo sabes.
Sacar tus sentimientos puede ser duro, pero una vez das el primer paso, es lo mejor que podías hacer. Porque las acumulaciones de sentimientos en tu interior forman cúmulos de nubes negras, que se evaporan y dan lugar a los días grises en los que vives siempre.

Un paseo por la playa, un mensaje en una botella y una persona con quien compartirlo.

jueves, 18 de noviembre de 2010

La cosa va de llaves.

Es curioso. Lo de las llaves, digo. Las hay de todos los tipos, grandes, pequeñas, medianas, de colores, raras. Son, algo así como infinitas. Algunas abren puertas de casas increíbles, con otras un cajón lleno de secretos queda al descubierto y algunas simplemente abren candados de casas llenas de recuerdos de lo que un día hubo, ahora, soledad.

Pero ahora, más curioso aún, coge una de ellas al azar e intenta abrir esa puerta, sí, esa que tienes justo delante de ti. Ah, ¿no puedes? Coge esa otra, a ver qué tal. ¿Tampoco? Pues vaya. A mí me han dicho que cada llave es única, porque con las copias sólo intentamos reemplazar a la original, para que su espera no sea tan larga, porque el criterio de selección de la llave (aquella que va a abrir todos los aspectos de tu vida) es duro y extenso, ya que tu llave puede estar en cualquier rincón del mundo.
Y es que a veces te tiras toda una vida tratando de encontrar la llave correcta.

Y cuando la consigues, ¿qué? Porque no es que cambie todo, no, es que cambia tan rápido, que ni te das cuenta, y cuando lo haces ya se han cerrado todas las puertas anteriores, que no vas a volver a abrir con esa llave, pero se han abierto otras mucho mejores.
Es que, no hace falta ni si quiera que sean materiales. ¿Cómo? Sí, sí, exacto. Que no hace falta que tengas la llave en tus manos para abrir algo. Porque puedes abrir un sentimiento con una canción y hasta un corazón cuya llave es una sonrisa.

Al fin y al cabo, siempre vas a guardar las mejores llaves que te llevan a los mejores lugares. Y lo bueno, se hace esperar.