martes, 31 de mayo de 2011

La vida debería ser al revés

“Se debería empezar muriendo y así ese trauma está superado. Luego te despiertas en una residencia mejorando día a día. Después te echan de la residencia porque estás bien y lo primero que haces es cobrar tu pensión. Luego en tu primer día de trabajo te dan un reloj de oro. Trabajas cuarenta años hasta que seas bastante joven como para disfrutar del retiro de la vida laboral. Entonces vas de fiesta en fiesta, bebes, practicas el sexo y te preparas para empezar a estudiar. Luego empiezas el cole, jugando con tus amigos, sin ningún tipo de obligación, hasta que seas bebé y los últimos 9 meses te pasas flotando tranquilo con calefacción central, room service, etc. Y al final abandonas este mundo en un orgasmo.”
Quino.



Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo eso de mi infancia, que era del mundo antes de que yo apareciera, y demás idioteces; pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero, porque es un aburrimiento, y segundo, porque a mis padres les daría un infarto si me pusiera aquí a hablar de su vida privada. Para esas cosas son especiales, sobre todo mi padre. Son buena gente, no digo que no, pero a quisquillosos no les gana nadie.

Solíamos tener unas Navidades tranquilas, llenas de paz , amor y dulces navideños. Escuchando villancicos y esa clase de cosas que se hacen en Navidad. Años más tarde, te das cuenta de que las tres cuartas partes de tu familia, te han cambiado por un Jaguar y un puñado de billetes, y ahí están, en la meca de las empresas prostituyéndose para conseguirlos. Un día, de repente estás cagando en un lavabo público sucio y maloliente. Cuando has terminado y vas a salir del váter alguien te impide que abras la puerta desde el otro lado y te grita que no salgas, que el mundo está ocupado. Ocupado, ocupado, ocupado. ¿Ocupado haciendo qué? Si se puede saber. Está ocupado robándonos, engañándonos, reteniéndonos. Nos está movilizando. Porque ahora, juega en su terreno.

Son interesantes la clase de idioteces que se te ocurren a medianoche, mirando por la ventana y esperando que entre un poco de inspiración, para conseguir escribir algo sensato, aunque como siempre, acabas escribiendo desvaríos de disléxica, dejando que el Word y Google corrijan tus palabras. ¿Quizás quiso decir…? No.


Es posible, que nos encontremos aislados en un futuro que ha llegado demasiado deprisa. Aldea global, dicen. Todo conectado. Aún así, la información nos llega a trozos. Quiero decir, “información”. Creo que me sentiría más libre si supiera si hay calentamiento global o no, cuál es la causa real de la crisis y si realmente los dictadores no son sacados de sus puestos porque nos dan petróleo bien baratito a los de la Unión Europea. Desinformación, saturación.

En este mundo que está soltando humo por el estrés, todos queremos tener nuestra pequeña o gran personita con quien poder hablar de cualquier tema que se te ponga por delante, desde música pasando por política hasta acabar en comida. Una personita que te sorprende cuando la encuentras, pero que unos meses después, ya no quieres dejar de abrazar cada día. Porque al final, todo llega como debe ser. Sólo se trata de estar en el momento adecuado, en el lugar adecuado. Sóm la cançó que mai s’acaba
Y mira tú por donde, empiezas hablando de ti y de tu familia y acabas, como siempre, halagando a la persona con la que compartes tu vida. ¡Qué suerte hemos tenido al encontrarnos!


Bueno, el caso es que estás solo en el escenario del Paramount Comedy. Tienes unas 100 caras alrededor que esperan que des lo máximo de ti y que además, consigas hacer reír. ¡Qué bueno eres! Millones de aplausos . Cuidado no metas la pata, porque los nervios juegan malas pasadas, y las 100 caras están al acecho, esperando a que cometas un error para reírse, sí, pero esta vez de ti. Ten cuidado con la trampilla del escenario, siempre hay gente por debajo que tratará de hacer que caigas. Pero es fácil, más de lo que crees. Simplemente tienes que conseguir que no te importe lo que piensen de ti. Dado que cada uno es libre de pensar lo que quiera, estaría bien que dejaras que lo hicieran, porque a ti no te supone ningún problema. El problema, sólo vendrá cuando pienses que existe.

Aquel joven maníaco ermitaño, que pensó que encontraría trabajo en una gasolinera, poniendo a los coches aceite y gasolina. Aunque la verdad es que no le importaba demasiado el trabajo con tal de que no le conociera ni conocer a nadie. Pensó, que sería una buena idea hacerse pasar por sordomudo, así, la gente tendría que escribírselo todo en un papel, hasta que se cansaran y le dejaran en paz. Quería conseguir dinero y construirse una cabaña en medio de algún lugar, donde pasaría allí el resto de su vida. Y más tarde, si le daba la gana, se casaría con una chica guapísima también sordomuda y se mudaría a la cabaña con él. Y si tuvieran hijos, los escondería en algún lado, y él mismo les enseñaría a leer y a escribir. Una pena que a los locos se les encierre. Podrían hacer grandes cosas.

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